RSS

martes, 21 de agosto de 2007

...

Aquí y allá fuiste más que sonrisas y miradas tiernas, niño transoceánico, por eso te quiero tanto.
Yo viví contigo lo que me hubiese gustado hacer con ese otro y él hizo conmigo lo que te hubiese gustado a ti. La vida no es justa, y menos en estos casos.
Ahora tú, aunque antípoda, estarás siempre, mientras el otro desaparece. Todo esto a pesar mío, para felicidad del de siempre.
Insisto, tú debiste ser mi padre en otra vida
(y ni te cuento después de nuestra última despedida, el patético llanto al caminar por la calle pensando en tu partir al otro lado y, encima, con mi amor consolándome a regañadientes, ¿cómo le explico tanto cariño, tanta gratitud?)

2 Ya que entraste aquí, ¡COMENTA, CABRÓN!:

Anónimo dijo...

pareceiera que estas despidiendote de una ciudad, aunque bien podria ser una persona. no la que amas porque tienes a tu pareja consolandote. es otro, verdad?

ricardo weblog

La Dama del Abismo dijo...

Ciudad no, que de esa ya me había despedido hace tiempos.
Sí es una persona a la que amo y que no es mi pareja, aunque mi amor por él no tiene tintes erótico-festivos.