
Ayer, con el reflejo de la luz del baño vi un pelo blanco. UNA CANA. Ya me vi siendo esclava del marrón 51 (o algo así), de las visitas mensuales a la peluquería, de la falta de clase al dejarme dos centímetros de pelo cano. Tener el cabello gris antes de los treinta era una pesadilla.
Tristísima fui a quejarme con la secre del work. La desgraciada escudriñó en mi cuero cabelludo y se río.
Era un pelo rubio.
2 Ya que entraste aquí, ¡COMENTA, CABRÓN!:
Estúpida.
Ya que no sustentas tu apreciación solo puedo decir bueno, sí, ya sabía fue un susto de lo más estúpido.
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