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lunes, 8 de diciembre de 2008

NOVELA GUILLOTINADA

Ir tras el hombre que proyectará su espectro en mi espíritu, conmutador de las palabras, para arrancarle sus reacciones interiores.
Ya está el hombre, ya está acechado.
Simple, que toma café con tostadas.
Sigue la fuga del tranvía.
«¡Pare! ¡Pare!»
Escribe números, tiene mujer e hijos, se entera de que en invierno sube el precio del carbón y en las sequías el de las patatas.
Engaña a la de él con la de otro, o sencillamente con la de todos. ¿Quétiene en la médula el engañarla con la de todos? Es tan hombre que no entiende del exquisito sabor de la mujer conocida, y el camino andado tantas veces le tira del saco hacia fuera.
Con éste haré mi novela, novela larga hasta exprimirme los sesos; estirando, estirando el hilo de la facundia para tener un buen volumen. Se venderá a siete pesetas. Se pasmarán ante el psicólogo erudito, conocedor profundo del corazón humano.
Pondré:
«Tocado con elegante sombrero de felpa»
y
«Hundido en la lectura matinal de su periódico, nuestro héroe dobló hacia la larga Avenida que, bordeada de copudos árboles, desemboca en la Plaza Mayor»
Burilaré un manual de literatura cuerda, haciendo buen uso de mis aptitudes narrativas;
«Un cabriolé tirado por dos elegantes caballos».
«La señora de Mendizábal estaba en la edad en que la mujer vuelve a Dios»
«Hacía sonar caprichosamente sobre el pavimento los tacones de sus zapatitos Luis XV»
«El jardinero, hombre receloso, pegó el ojo a la cerradura»
«Tenía un perro y una perra»
«Se sirvieron apetitosas truchas».
«No faltó el caviar ruso»,
«Vino el espumoso champagne»
«Cerró los ojos... »
Se venderá a siete pesetas
Hombre devorado por el día sincrónico, amamantado por el gregarismo, te sacaré de los pelos una novela larga, sobre la que cenarán los editores.
«Calvo y viejo, sabe el precio de la percalina, y evita a todo trance que se zurren los niños en la sala de visitas»
«Ay, Dios mío, ya no hay vida con las cocineras. Se han puesto en un estado que no se sabe quiénes son los amos»
«Con este tiempo que llevamos, lo que tendremos que comer el otro año!»
«La semana del lunes, si Dios nos da vida, me voy donde el ministro para ver qué ha sido del empleo»
Ya está encontrado el hombre y lo acecho como un fantasma, para robarle sus reacciones interiores.
Pero, para que un tendero limpia su escopeta tras la puerta de la esquina.
Mi hombre pasa y tan!, un tiro le raja la cabeza.
He aquí la novela guillotinada. Un curioso profundizará su ojo con el microscopio para buscar en los muñones que deja el cortafrío, las cristalizaciones
romboidales.
Oiga, joven, no se haga soldado.

FIN

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